“La ‘globalización’ está en boca de todos; la palabra de moda se
transforma rápidamente en un fetiche, un conjuro mágico, una llave destinada a
abrir las puertas a todos los misterios presentes y futuros. Algunos consideran
que la ‘globalización’ es indispensable para la felicidad; otros, que es la
causa de la infelicidad. Todos entienden que es el destino ineluctable del
mundo, un proceso irreversible que afecta de la misma manera y en idéntica
medida a la totalidad de las personas. Nos están ‘globalizando’ a todos; y ser
‘globalizado’ significa más o menos lo mismo para todos los que están sometidos
a ese proceso.”
Zygmunt Bauman (La globalización, Fondo de Cultura
Económica de Argentina, Buenos Aires, 1999, p. 7.)
Esta apreciación sobre la globalización marca profundamente la incidencia en las relaciones humanas. Si bien, por definición es un fenómeno principalmente económico, este ha traspasado las
barreras del mundo, en cuanto a su apreciación humana, de sus
expectativas y de su futuro.
Como se diría comúnmente, lo bueno, lo malo y, agreguemos lo feo de la globalización,
no es para nadie desconocido ni oculto. Sin embargo, la preocupación es que nadie
hace nada por impedir los efectos negativos de la misma.
1. Lo bueno de la globalización
es la inmediatez de la información a través de las plataformas tecnológicas que
han permitido el desarrollo a escala mundial de las comunicaciones, sin
importar edad y género. Desde el más pequeño de la familia hasta el más anciano,
puede acceder a redes sociales buscando la información de su gusto y
adquiriendo los conocimientos que otros han instalado sobre diversas materias.
2. Lo malo de la globalización incide
en varias consecuencias, como las siguientes:
a. Individualismo, las personas reemplazan
las relaciones directas por mecanismos virtuales, por lo que la forma de
relacionarse se ha visto claramente modificada desde el interior de la familia
hasta la sociedad en su conjunto, perdiendo valores tan esenciales como el
respeto al prójimo y la solidaridad humana, generando que las personas
comiencen a perder su forma natural de relacionarse, surgiendo con mayor fuerza
la violencia y la decadencia moral.
b. Pérdida de identidad cultural,
ya no hay un apego a las tradiciones
locales de cada nación, lo que genera que muchos gobiernos busquen mecanismos
de protección, pero la fuerza de este fenómeno ha impedido que estas sean realmente
eficaces en su aplicación a menos que
tengan sanciones graves como en países asiáticos o del medio oriente, que a
pesar de mantener conductas repudiables para otras naciones, no cambian o
tratan de adaptarse al resto, manteniendo su autonomía en materias culturales.
c. El abuso de las empresas
transnacionales, que son empresas que en sus países de origen, en gran parte
desarrollados, cumplen con políticas de trabajo acordes con los derechos
fundamentales que en países tercermundistas parecen inexistentes. Sus inversiones
se basan en mano de obra precaria generando pobreza e incidiendo en las
decisiones políticas económicas, donde manejan a su antojo los niveles de
empleo y de cesantía. Hay que agregar además la nula preocupación por el medioambiente,
lo importante es producir, independiente que se agote el recurso natural y se
dañe el ecosistema.
3. He agregado lo feo de la
globalización, en consideración a que los poderes económicos han tomado dominio
de las naciones, obstaculizando el desarrollo y el crecimiento, a través de la
inseguridad, el abuso y la explotación de la raza humana. A través de una
información sesgada y la utilización de la educación de baja calidad, con la
manipulación constante de los medios de prensa de todo el mundo.
En mi opinión muy personal, este fenómeno puede escapar de las manos de
todos, forjando en el futuro una globalización político social a nivel mundial
de una magnitud insospechada. Quizás y el egoísmo no sea tan mal elemento entre
los Estados para mantenerse desunidos y no se levante de entre ellos un tirano
que gobierne al mundo entero.
Cómo guion de un célebre films: «Con frecuencia olvidamos que
nuestros aliados más importantes no son los más poderosos»
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