La economía a escala mundial es un
sueño para muchos hecho realidad. Ya muchos la vislumbraban como Castell que la
denominaba como informacional y global, destacando que ambos estaban cruzados
en sus antecedentes.
Según Castell y la fuente de estos
antecedentes, “es informacional porque la productividad y competitividad de las
unidades o agentes de esta economía dependen fundamentalmente de su capacidad
para generar, procesar y aplicar con eficacia la información basada en el
conocimiento; y, es global porque la producción, el consumo y la circulación
están organizados a escala global, de forma directa o mediante una red de
vínculos entre los agentes económicos. Es informacional y global porque, en las
condiciones históricas, la productividad se genera y la competitividad se
ejerce por medio de una red global de interacción.”
Lo economía ha evolucionado en el
tiempo y hoy podemos decir que puede funcionar a una escala mundial en tiempo
real. Es decir, todo el mundo conectado en el intercambio de bienes y
servicios, acciones en la bolsa, transacciones bancarias, decisiones políticas
financieras en un instante.
Si bien la inmediatez es sumamente
interesante en esta nueva economía, no es menor que sus fortalezas también se
convierten de un segundo a otro en factores de fragilidad con crisis monetarias
más instantáneas que impactan a corto plazo al resto del mundo. Lo que también
se puede denominar en una era de inestabilidad económica estructural.
Esta economía informacional no
responde con la misma eficacia frente al aspecto laboral, donde los mal
denominados “mercados laborales” no van a la par con la economía, ya que
dependen exclusivamente de:
1) las empresas pueden escoger donde
ubicarse, a escala mundial, para encontrar la fuerza de trabajo que necesiten,
2) la ciencia, la tecnología y la
información también están organizadas en flujos globales, aunque en una
estructura asimétrica,
3) pese a la resistencia del
proteccionismo y las restricciones al libre comercio, los mercados de bienes y
servicios cada vez se globalizan más.
Como se ha observado, la principal
característica de la economía informacional-global, es su carácter capitalista;
de hecho, más que ninguna otra economía en la historia. La regla sigue siendo
la producción en aras de la ganancia, sobre la base de los derechos de
propiedad, que son la esencia del capitalismo. En efecto, existen tres niveles
de apropiación capitalista:
- Los titulares de los derechos de propiedad del capital:
1.
Los
accionistas, un grupo en el que cada vez son más predominantes los accionistas
institucionales (tales como los fondos de pensiones) y cuyas decisiones de
inversión y desinversión suelen regirse por consideraciones financieras a corto
plazo.
2.
Las
familias propietarias, todavía una forma importante de capitalismo, sobre todo
en el Pacifico asiático.
3.
Los
empresarios individuales, propietarios de sus propios medios de producción
(siendo sus cerebros sus principales activos), que arriesgan y se apropian de
sus ganancias.
- La clase directiva: Son los controladores de los activos de capital a nombre de los accionistas. Son el núcleo de del capitalismo en el informacionalismo, principalmente en las multinacionales y en las compañías de propiedad estatal.
- Los mercados financieros globales: Es en estos mercados donde los beneficios de todas las fuentes acaban convergiendo en busca de mayores beneficios. Pero lo característico de la acumulación en esta economía informacional-global es que los mercados financieros globales y sus redes de gestión son el capitalista colectivo real.
Es por lo anterior, que la unión
entre tecnología e información, las modificaciones en las organizaciones y el
desarrollo o crecimiento de la producción pasan a ser casi una competencia
global. Es decir, todas las variables económicas y de la información a escala plantearía implican
tecnología y productividad. Es decir, son
el principal rasgo del capitalismo informacional.